lunes, 12 de mayo de 2008

Mensaje en Pentecostés de 2008




Queridas hermanas y hermanos en Cristo:



En el primer Pentecostés, los discípulos de Jesús estaban reunidos en un lugar, a la espera, con esperanza, abiertos a algo nuevo que Dios iba a hacer en ellos y entre ellos. Y como eran fieles en su esperanza y estaban abiertos a la promesa de Dios pudieron recibir en ellos mismos aquél fuerte viento poderoso del Espíritu que les fortaleció en su nueva vida de comunidad en oración, en la fracción del pan y en el compartir sus bienes con alegría y corazón sincero, y les dio capacidad para ir y anunciar la buena nueva a todo el mundo. Jesús envió el Espíritu a sus amigos, como lo había prometido, para demostrarles su amor y asegurarles que nunca estarían solos.
Los discípulos de Jesús recibieron el don del Espíritu Santo en el primer Pentecostés porque estaban esperando, llenos de confianza y abiertos ya a Dios, y a la actividad de Dios en ellos y entre ellos.
Que en este Pentecostés, siguiendo el ejemplo de los primeros discípulos, esperemos juntos, dispuestos a recibir de nuevo el poder dador de vida del Espíritu Santo que Dios desea darnos siempre. Que estemos unidos en la comunión del mismo Espíritu para que, juntos, podamos dar en el mundo un testimonio más creíble y eficaz de la buena nueva de Jesucristo crucificado y resucitado que sigue viviendo y actuando entre nosotros.
Que en este Pentecostés estemos dispuestos a discernir la obra del Espíritu Santo en los demás y en las iglesias de los demás. Que estemos alerta para reconocer la obra del Espíritu Santo que actúa ya en el mundo que nos rodea. Que estemos preparados para reconocer los dones del Espíritu en la creación buena de Dios. Y que, con el poder del mismo Espíritu, trabajemos juntos con alegría en favor de la paz con justicia y, juntos, cuidemos de la creación que se nos ha encomendado, utilizando con prudencia y justicia los dones de la creación para el bien de todo el pueblo de Dios y de las generaciones venideras.
Por ello, oremos una vez más, donde quiera que nos reunamos para celebrar esta Fiesta de Pentecostés, con las palabras de la hermosa letanía que rezamos juntos en la Séptima Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias. Y que, al orar, seamos conscientes de estar unidos en la comunión de los santos sobre la tierra y en el cielo, por medio de la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y el poder del Espíritu de Pentecostés que actúa en nosotros.


Dador de vida,
que has creado todas las cosas,
sostén y completa toda tu creación
para que refleje tu gloria.

Ven, Espíritu Santo.
llena toda la vida con tu resplandor.

Espíritu de verdad,
que convences al mundo de pecado,
consume, con fuego abrasador,
los poderes del mal que encadenan a tu pueblo
y haznos libres para caminar en tu luz.

Ven, Espíritu Santo,
E ilumina nuestros corazones y nuestras mentes.

Espíritu de unidad,
júzganos, restáuranos y llámanos de nuevo.
derrama sobre nosotros los dones
que nos incorporen en tu pueblo.

Ven, Espíritu Santo,
y enciende la llama del amor
en el altar de nuestros corazones.

Espíritu Santo,
transfórmanos y santifícanos,
que nosotros y todo tu pueblo
tengamos la vida en toda su plenitud.

Ven, Espíritu Santo,
renueva toda la creación.

Amen




Mensaje de los presidentes del CMI(Consejo mundial de Iglesias) en Pentecostés de 2008